viernes, 18 de abril de 2014

Pudor? El parto lo cura todo!

Siempre he sido muy vergonzosa con mi desnudez, y las cosas más tontas me daban pudor.
Por ejemplo, bien cuando iba al gimnasio o a la piscina, la visita finalizaba con ducha compartida y cambiarme en el vestuario. Pues a pesar de hacer esto durante años me sentía incómoda mostrando mi cuerpo, y eso que allí nos juntábamos mujeres y chicas de todas las edades y con cuerpos bien distintos, gordas o flacas, operadas, depiladas o con "gato acostao", morenas o pálidas o naranjas (je je je), con más o menos pecho etc
Pues el parto y mi reciente maternidad me quitaron todas las tonterías.
Allí estaba yo, en el hospital con Papá, y el Peque empujando como un loco para salir. Llegué con 4 cm de dilatación y ya notaba algunas contracciones dolorosas... así que me pusieron oxitocina para acelerar un poco la cosa y me dejaron "jugar" con una pelota de pilates para relajarme y ayudar a que el Peque hiciese su trabajo.
En esos momentos llevaba la típica bata de hospital que está abierta por detrás. El caso es que hubo un momento en que ya estaba casi dilatada de 8 cm, y ya no podía aguantar más del dolor, y le cogí la mano a Papá y le dije: "De momento con un bebé ya va bien". La matrona me dijo que me iba a buscar otra bata para taparme el culo y que paseara por el pasillo y me colgara de las puertas para aminorar el dolor ( es que como yo no quería anestesia epidural me las tenía que apañar con estas cosas y con las respiraciones).
Bueno, pues mientras la matrona buscaba la otra bata, yo me recorría el pasillo del hospital luciendo culo, espalda y pantorrilla, y de vez en cuando me dejaba colgar en plan mono de las manillas de las puertas que me iba encontrando y lucía más mi cuerpo serrano. Yo solo quería que pasara el dolor y sacar a mi niño rápido, jejeje. A tomar por saco si se me veía algo.
Luego, el momento de "despatarración" cuando empecé con los pujos, con la ginecóloga delante, la matrona, una anestesista por si acaso, dos auxiliares o celadoras y un pediatra que apareció al final, ya fue el remedio final para curarme mis vergüenzas.
De hecho, antes de nacer el Peque pensaba que le daría el pecho en casa evitando hacerlo en la calle. Y lo cierto es que me he destetado por toda la ciudad, y en el tren, en el médico, en las cafeterías y restaurantes...
Por otro lado, en casa tenemos unos estores blancos muy monos pero que no dan nada de intimidad (cosas de vivir en un piso de alquiler). Pues yo siempre iba bien tapada para que los vecinos no viesen ni pizca... Pero desde que nació el Peque, sobretodo los dos primeros meses, los vecinos aburridos, se debían conocer mi anatomía entera, porque me paseaba o corría desnuda o semi desnuda por toda la casa.
Sin embargo, muy eróticas no eran las escenas, ya que la líbido se baja al ver a una madre con los pantalones y braguitas medio colgando, porque el bebé se puso a llorar hambriento justo cuando mamá hacía pipí. O ver una mujer corriendo desnuda a la caza del bebé que se despertó mientras mamá intentaba ducharse. En fin, pon un hijo en tu vida y el pudor pasará a ser un recuerdo lejano.

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