miércoles, 2 de abril de 2014

Tiburón de tetilla

Está el queso de tetilla, bien rico que es, y ahora he descubierto un nuevo animal... por un día el Peque se convirtió en un tiburón de tetilla.
Vale, los tiburones tienen una buena hilera de dientes, y el Peque sólo tiene una puntica de diente, pero Spielberg podría rodar un buena secuela con mi niño por su fiereza.
El pobre está con su primer diente, y más o menos lo llevaba bien, salvo por una semana en la que no podía dormir y gruñía como un carnero, como ya os conté.
Pues ayer parece ser que le molestaba mucho, tanto que no quería comer, y es un glotoncete. Así que cuando no podía más de hambre  probó a tomar tetita, y tras tres chupadas, me apretó el pecho con sus encías y cerrando sus ojos con fuerza comenzó a mover su cabeza de un lado a otro. Casi me da algo, sobretodo porque no me lo esperaba. Le dije muy seria que no se mordía. Y probé en un ratito a ver si lo cogía con más calma.
Esa vez ya tenía en mi cabeza la musiquilla de Tiburón, tan-tan, tan-tan, tan-tan, tan-tan, tiroriiiiiií! Y volvió a morder.
Por suerte, solo me mordió una vez más durante ese día, y hoy ha vuelto a la normalidad. Pero creo que no voy a poder evitar tener esa musiquilla en mi mente por un par de días más. Tan-tan, tan-tan...

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